El repilo, causado por el hongo Fusicladium oleagineum, es
una de las enfermedades más importantes del cultivo del olivo en España. Esta
enfermedad provoca defoliaciones prematuras que tienen como consecuencia el
debilitamiento progresivo del árbol, caída de la hoja y una disminución
importante de la productividad.
Esta enfermedad afecta a los olivos de cualquier zona de
España. No distingue de diferentes variedades de olivo aunque siempre unas son
más sensibles que otras. Existen unas variedades más resistentes, consideramos
resistentes a aquellas variedades de olivo que apenas presentan síntomas de la
enfermedad como Galega vulgar, Lechín de Sevilla, Frantoio, Farga, Cipresino, Arbosana, Korneiki, Manzanilla de Hellín, Pequeña de casa Ibáñez y Villalonga.
Las variedades sensibles a este hongo, cuando el olivo
apenas presenta resistencia a la infección del hongo, son Blanqueta, Callosina,
Cornicabra, Empeltre, Lechín
de Granada, Manzanilla de
Sevilla, Meski, Morisca, Ocal,
Pajarero, Picholine marroquí,
Picual, Verdial de Huévar,
Verdial de Vélez-Málaga, Alameño de Cabra, Changlot
Real, Gordal Sevillana,
Hojiblanca, Lucio, Morona,
Manzanilla del Piquito
Lo que provoca la aparición del hongo es la humedad, como
todos los hongos. Habrá que tomar medidas para favorecer la aireación de los
olivares con podas selectivas o no plantar los árboles muy juntos.
Los síntomas del repilo en el olivo son manchas
circulares de entre 5 y 10 mm, de color oscuro y con un halo amarillento,
marrón o verdoso.
Tratamiento
En el caso de plantar en zonas donde se den las
condiciones favorables para la aparición del hongo del repilo, como zonas
húmedas, cauces de ríos, con temperaturas suaves… lo mejor y más aconsejable es
plantar las variedades que son más resistentes a la enfermedad, expuestas más
arriba. Aunque lo más recomendable es hacer caso a los expertos y plantar
variedades más resistentes y en zonas adecuadas, en caso de olivares ya
plantados habrá que hacer tratamientos preventivos efectivos.

Lo mejor que se puede hacer y que recomiendan los
expertos es prevenir la infección. No tener suelos muy húmedos y encharcados
por excesos de riego, el no abusar de abonos nitrogenados, tener bien aireados
los cultivos, no tener copas espesas o marcos de plantación pequeños.
En lugares de gran prevalencia de esta enfermedad se
suelen utilizar fungicidas en otoño y a finales del invierno, como prevención
en las plantaciones. En jardinería doméstica no es necesaria esta actuación,
bastará con hacer tratamiento curativo una vez que se detectó la presencia del
hongo.
El tratamiento, el principio activo, será diferente en
jardinería que en el cultivo de producción.

Para jardinería se pueden aplicar tratamientos curativos,
una vez que vemos la enfermedad con fungicidas como hidróxidos, oxicloruros, óxidos y sulfatos.
Los tratamientos preventivos, para el cultivo de
producción, se aplicarán antes de que el hongo infecte las hojas del olivo. Se
suelen aplicar los tratamientos con sulfato de cobre, hidróxido de cobre. Si su aplicación se
realiza posteriormente a la infección provocaremos la caída de las hojas del olivo
infectadas.
Lo mejor y más recomendable es prevenir la enfermedad y
si tenemos olivos sensibles al repilo o que estén en zonas donde se pueda
propagar más, se tendrán que hacer tratamientos preventivos antes de que
aparezca. Si no prevenimos esta enfermedad puede ser muy perjudicial para
nuestros olivos.
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